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Foto del escritorJacqueline Gómez

Tamales con tradición "Tamamoto"



Sin duda los tamales son un manjar para los mexicanos, son como el mole de todas las fiestas y los hay de diferentes sabores y tamaños, con carne de pollo o puerco, con pasitas o con piña, en hojita de plátano o de maíz. Los tamales son una extensión del maíz que los mexicanos nos inventamos para seguir comiendo.



Sus orígenes se remontan a la época prehispánica en donde su preparación era un poquito diferente, sin embargo este artículo no va a tratar de eso, hoy vas a leer una historia conmovedora e inspiradora alrededor de este manjar.


Son las 7:00 am, las personas pasan presurosas camino a su trabajo, niños dispuestos a entrar a la escuela y en medio de ese bullicio, de esas pisadas presurosas y los “¡Suben! ¡suben!” de los que quieren tomar el transporte público, resuena una canción muy peculiar, que incita a comprar tamales “Tamal, tamal, yo quiero un tamal” inicia la melodía, a lo lejos se divisa un carrito de tamales adaptado a una moto, que lleva y acerca este manjar a toda la población de la colonia Dr Jorge Jimenez Cantú, mejor conocida como “Caracoles”. 


El capitán y conductor designado es “Don Dani” un señor amable, bonachón y lleno de energía que va de arriba para abajo en su moto “Hay de Rajas, mole, dulce, guajillo, verde y atole de arroz y champurrado” dice cada que le haces la parada. 



El “Tamamoto” como se le conoce, hoy es un símbolo de la colonia pero no inició así, sus orígenes se remontan a 1976 cuando los padres del señor Dani (Daniel y Maria Dolores) tenían un carrito de tamales con una campana simpatiquísima, que hacía sonar el señor Daniel (Padre) y junto a su esposa Maria Dolores, atendían a la gente que se acercaba a comprar desde las 7:00 am, en la esquina de la calle Cerro Nevado de Toluca y calle Cerro Gordo, justo enfrente del centro de calud de la colonia.



Ambos preparaban muy temprano los tamalitos que a las 10:00 am ya se habían acabado. Se preparan bajo las más grandes exigencias de higiene, amor y delicadeza, nos comenta el señor Dani. Esta labor comienza a las 4:00 pm en donde se preparan, salsas, masa y rellenito de los tamales, terminan a las 8:00 pm aproximadamente de este primer paso y sigue la cocción que dura hasta 3 horas, al día siguiente a las 4:00 am comienza el siguiente paso, preparar todo para salir a vender. Esta dinámica es la que desde 1976 se lleva a cabo, puntual y continuamente hasta el día de hoy.


Los pacientes del centro de salud, los trabajadores que corrían a sus empleos y los niños que pasaban apresurados con sus papás rumbo a la escuela, se compraban su “Guajolo combo” que inició costando centavos, hoy en día tienen un costo de $25 pero el sabor y textura son las mismas, pues, la señora Maria Dolores aún participa con su compañía e historias que amenizan la elaboración de estos, ella es un ejemplo de amor, dedicación esfuerzo y responsabilidad.



Estos señores dejaron una huella, sin dudar es conmovedor y nostálgico recordar a los que dan origen, al sabor, folklore y vida de un lugar. Gracias a su legado, sus hijos se dedican a este oficio, que llena las pancitas de los pobladores de la colonia “Caracoles” con este manjar calentito y lleno de sabor.




-E S C R I T O P O R U N A D I S E Ñ A D O R A-

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